martes, 6 de septiembre de 2011

Silencioso triunfo

Maridaje musical: "Blowing in the wind" (Stevie Wonder version) enlace youtube



Desde su más tierna infancia estaba convencido de que divulgaría al mundo la solución de algún gran problema. Con apenas trece años tenía más conocimientos matemáticos que sus profesores, pero nunca presumió de ello. Exteriormente era una persona completamente normal y procuraba no destacar en nada. Estudió Ciencias Matemáticas, obteniendo unas notas no muy brillantes. Los exámenes le parecían absolutamente triviales pero se cuidaba mucho de demostrarlo con sus respuestas y cometía intencionados errores en la resolución de algunos de los ejercicios.  Era como si por alguna razón estuviese escondiendo su magnífico intelecto. Como si fuese un topo infiltrado en este mundo y no quisiese ser descubierto. En una de las fiestas del Colegio Mayor en el que residí durante mi etapa universitaria, entre copa y copa me contó su vida además de  confesarme sus planes: Pretendía dar con la respuesta del problema matemático más famoso sin resolver. Además de los enormes avances científicos y tecnológicos que traería consigo la consecución de tal reto, supondría una consideración infinita y permanente para la persona que diese con la demostración; sin olvidar la nada despreciable suma de dinero como recompensa. No volvimos a hablar del tema y cuando terminamos la carrera le perdí la pista por completo. Años más tarde me lo encontré de nuevo por la calle, o quizá me encontró él a mí. Me invitó a charlar al día siguiente en su casa de campo a las afueras de la ciudad. Hacía frío y cuando llegué estaba encendiendo la chimenea con unos papeles. Pasé en su compañía una de las tardes más agradables de mi vida. Hablamos de lo divino y de lo humano, recordamos todas nuestras andanzas estudiantiles y finalmente, como si estuviésemos siguiendo un guión preestablecido, le pregunté cómo iba su ambicioso plan. La expresión de su cara y su media sonrisa de suficiencia me convencieron sin la más mínima duda de que lo había logrado. Mirando hacia los troncos que crepitaban alegremente en la chimenea me dijo: “mi misión ha terminado y precisamente estaba divulgando la solución del problema a los cuatro vientos cuando llegaste”. Aquella tarde fue la última vez que lo vi.

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