lunes, 24 de septiembre de 2012

Ausencia

Maridaje musical: "Night in that land" (Nightnoise) enlace youtube



Comenzó a germinarse una mañana de Abril. Nosotros no fuimos conscientes de ello a pesar de los vómitos. Al día siguiente, cuando el médico nos anunció la posibilidad de su advenimiento, no lo queríamos creer. Aunque inicialmente la noticia fue un auténtico mazazo por lo inoportuno del momento, poco a poco nos fuimos haciendo a la idea de su inevitable llegada y acabamos deseándola con todas nuestras fuerzas. Sólo fueron cuatro meses de gestación que nos parecieron eternos y finalmente la madrugada del 14 de Agosto llegó a nuestras vidas. Nació muy fuerte y contribuimos a su rápido desarrollo alimentándola continuamente. Los primeros meses fueron los peores: noches en vela, ojos hinchados y un cansancio vital que nos llegaba al alma, mientras ella continuaba creciendo y succionando con fruición hasta las entrañas. Su primer cumpleaños estuvo exento de tarta y regalos; sin embargo a ella no pareció importarle lo más mínimo y se  erigió en la auténtica protagonista, llenándolo todo con su enorme presencia. 

                No puedo decir que su adolescencia haya sido especialmente conflictiva, si bien nos ocasionó algunos quebrantos de manera periódica. Conforme fueron pasando los años sus reclamaciones de atención han ido disminuyendo y hace poco más de un mes cumplió su mayoría de edad. Hoy, al fin, se ha emancipado.

                Ya no echo de menos a mi madre, no porque la haya olvidado, sino porque ya no siento su ausencia. Sólo tengo que cerrar los ojos para verla; sólo tengo que respirar para percibir su aroma; sólo tengo que abrazar para notar su tacto; sólo tengo que besar para apreciar su sabor y no necesito oírla para saber que está conmigo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Fusión sublime





Llevaba días provocándolo, paseándose ante él, buscando su mirada para apartar la cara en el último momento, en un quiebro que evitaba que sus ojos se encontrasen. Hoy estaba dispuesto a todo y tenía el firme propósito de no dejarla escapar. La vigiló discretamente durante toda la noche, a una distancia prudencial, con aparente indiferencia pero atento a todos sus movimientos. Estudió su cuerpo, aprendió el sonido de su risa, imaginó el tacto de su piel… Siguió sus pasos sin que se diera cuenta y en un descuido, se plantó ante ella acorralándola suavemente y atrapándola con sus ojos de manera que quedó prendada sin acertar a decir palabra, mientras él la agarraba por la cintura, atrayéndola con dulce y tierna brusquedad.

                Ambos sabían lo que venía a continuación. Era inútil resistirse, así que se dejó llevar por el momento y trató de disfrutar. Piernas entrelazadas formando maravillosos nudos; sincronizados movimientos en perfecto acoplamiento; besos que se dan con todo el cuerpo; profundas y penetrantes miradas que acarician por dentro; mágicos cambios de ritmo que incrementan el placer; lágrimas de sudor circulando por cutáneos canales; mínimas pausas preludio de momentos de arrebato…

La pasión los transportó a otra realidad creada especialmente para ese instante. Un nuevo espacio aislado en el que sólo cabían ellos dos. Entonces se produjo la fusión de sus almas. Fue un momento breve pero enormemente intenso que los convulsionó por dentro. Ambos sumaron el placer del otro al suyo propio para generar el inevitable éxtasis final, dejándose caer por una montaña rusa sin fin. Luego vino el silencio, la efímera sensación de vacío y finalmente el regreso a la vida terrenal.

Tuve la fortuna de contemplarlos. Nunca en toda mi vida he prestado mayor atención que en aquellos escasos tres minutos y jamás alcancé una sensación tan cercana al clímax a traves de los ojos. Era la primera vez que iba a  una Milonga.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mi primer beso

Maridaje musical: "Kiss me" (Ed Sheeran) enlace youtube




Nunca olvidaré ese día. Lo tengo grabado a fuego en mi interior y a mis labios, aún hoy, acuden esporádicas reminiscencias de aquella sensación. Tenía catorce años y hacía apenas unas horas que me había declarado a una compañera del instituto. Siempre he sido muy tímido y no sé de dónde saqué las fuerzas para manifestarle mis sentimientos. Mi sorpresa fue en aumento cuando ante mi pregunta de si quería salir conmigo, ella me respondió sin titubear: ¡Sí!, y se fue corriendo hacia el aula. Yo me quedé helado, como una estatua que hubiera sido erigida en medio del pasillo en memoria del alumnado. Después, durante la clase de Matemáticas, percibí por detrás ciertas risas y cuchicheos secretos entre ella y su compañera de pupitre. Estaba convencido de que me habían tomado el pelo y me avergoncé de mi osadía. En ese momento me hubiese gustado ser invisible. ¡Claro! ¡Cómo iba a fijarse en mí un ángel como aquel! 
 
Al terminar la jornada docente salí disparado.  Tenía la impresión de que todos sabían lo ocurrido y se burlaban, señalándome como el ingenuo que se había atrevido a confesarle su amor a la más guapa de la clase. Cuando me consideré a salvo de todas las miradas aminoré el paso y de nuevo me atacó el rubor con tal intensidad que me hizo llorar en silencio. Así fue como ella me sorprendió por detrás y me preguntó si quería ir a su casa aquella tarde para hacer juntos los deberes. ¡No me lo podía creer..! Supongo que leyó la respuesta en mi cara y no me dejó manifestarla verbalmente. Con una adorable sonrisa me dijo: “Te espero a las seis”. No hacía falta que me diera la dirección; yo era capaz de hacer el camino con los ojos vendados, merced a las veces que me había imaginado dirigiéndome hacia allí.

A las seis en punto toqué el timbre de su puerta con los nervios propios del que va al dentista por primera vez para que le saquen una muela. Me abrió su madre y me acompañó al salón. “¡Enseguida llega Alicia!, ¡Ponte cómodo!”, me dijo. No hice más que sentarme en el amplio sofá cuando todo se desarrolló repentinamente. Me agarró por los hombros y me echó hacia atrás al abalanzarse sobre mí; plantó sus labios sobre los míos en el preciso instante en el que yo los apretaba fuertemente; percibí un desagradable aliento, fruto de la mezcla de tabaco y alcohol, junto con el tacto de una áspera lengua que hurgaba como una ganzúa intentando abrir mi cancelada boca. Un leve mordisco hizo que bajase la guardia, momento que fue aprovechado para que su “sinhueso” ingresase por fin en mi cavidad bucal, inyectándome repugnantes babas.
    
     Así, en un descuido, me robaron mi primer beso. Es cierto que ése nunca se olvida y yo, lamentablemente, siempre lo recordaré.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Rectificación baldía

Maridaje musical: "Guilty" (George Shearing) enlace youtube



-        ¡Mira por donde...! Después de tantos años juntos, hoy es la  primera vez que te traigo flores. Sé que no he sido nunca muy expresivo y siempre me supuso demasiado esfuerzo manifestar mis sentimientos hacia ti. Pero aunque ambos sabemos que ya es demasiado tarde para recuperar el tiempo perdido, he venido a verte con el convencimiento de que hoy sí escucharás sin interrupción alguna todo lo que tengo que decirte. Después me iré, con el alma destrozada, para no volver. No espero que intentes detenerme; esta vez no podrás. Ya no recibirás más llamadas mías pidiéndote una nueva oportunidad. ¿Cuántas me has dado..?  Sí, lo sé… ¡Todas las que te he solicitado! Además, cada una de las veces habrías jurado que sería la última, pero no porque no tuvieses intención de concederme más, sino porque estabas absolutamente segura, más que yo mismo, de que se operaría en mí el cambio que te prometía una y otra vez. Me he pasado la vida a tu lado cometiendo continuamente el mismo error. No fui consciente de ello hasta el día en que me dijiste que preferías mil veces la infidelidad; que el dolor sería más llevadero si la razón de mi distanciamiento fuese otra mujer. Sin embargo sabías que nunca he amado ni amaré a nadie más que a ti y eso en lugar de satisfacerte te torturaba. El amor y la atención a una esposa no deben competir con el trabajo y, en nuestro caso, éste último resultaba vencedor en todas las ocasiones en las que entraba en conflicto con aquellos. No puedo reprocharte que acabaras por cansarte y rendirte a la evidencia de que nunca podría corregirme. Finalmente he aprendido la lección, aunque eso ya resulte inútil para hacer que vuelvas a mi lado.

-        ¡Adiós Elena...!, debo irme ya. Nuestra hermosa hija me espera en el coche; te manda muchos besos. Prefiere recordarte tal como eras y no puede soportar tener que hablarle a una lápida de mármol.

martes, 4 de septiembre de 2012

Sentidos



Tenía catorce años cuando se dio cuenta del don que poseía. Fue de manera casual, en la finca de su abuelo. Era principio de Octubre y ese año la cosecha de manzanas iba algo retrasada merced a una primavera más fría de lo habitual. Los árboles, no obstante, estaban cargadísimos y las ramas se doblaban en solemnes reverencias a causa del peso que tenían que soportar. Adoraba el olor que cada año por esas fechas inundaba el ambiente alrededor de la casa. 

Salió corriendo después de desayunar y aspiró profundamente, extasiado. Se acercó al árbol más próximo y fue olfateando con intensidad todas las frutas que estaban al alcance de su mano, mientras las acariciaba. Luego vino el siguiente y antes de comenzar con el tercero se sintió enormemente saciado, con un gusto a manzana que impregnaba todo su interior. A los pocos minutos, observó con estupor cómo se marchitaban todas las piezas frutales que había tocado y olido. Podía verlas consumirse y convertirse en manzanas “pasas”. ¿Qué clase de epidemia se estaba extendiendo con tal rapidez y capricho, afectando sólo a algunas y dejando intactas el resto? Sospechando la razón de esa sorprendente transformación pútrida, tomó una nueva manzana, inspiró su aroma y sintió su tacto en los dedos. Nuevamente, tras breves instantes, ésta sufrió el mismo proceso que sus “hermanas”. Esa noche no cenó; tenía claros síntomas de indigestión. Sus Padres lo achacaron al enorme atracón de manzanas que se había pegado y nunca supieron del extraordinario suceso, pues él se encargó de deshacerse de las frutas “consumidas”.

Jamás osó revelar a nadie su capacidad de substituir a voluntad el sentido del gusto por la combinación olfato-tacto. En presencia de otros se alimentaba de manera tradicional pero cuando estaba sólo le encantaba experimentar. Era capaz de dejar un sangrante filete como una suela de zapato raída y seca; de convertir un jugoso trozo de pescado en una especie de masa pegajosa e informe; de tornar un plato de cocido en un conjunto de carnes y legumbres desecadas. Todo ello aplicando en cada caso nariz y manos simultáneamente; apropiándose mediante esa técnica de las propiedades y vitaminas de los alimentos como si hubiesen sido ingeridos por vía esofágica.

Con el fin de la pubertad, desapareció también la curiosa cualidad alimentaria. Al principio la echaba de menos pero pronto lo agradeció. Se sentía cansado de guardar el secreto y más de una vez había meditado revelarlo, lo que sin duda le habría convertido en un valioso objeto de estudio, arruinando su vida. 

Se enamoró muchas veces y por fin conoció a la que habría de ser su primera novia. Con ella descubrió el amor correspondido, la sensación del primer beso, el ardor de las caricias en la piel. Finalmente, una tarde de otoño, hicieron el amor. Para ambos era la primera vez y se dejaron llevar por sus instintos. Fue un aluvión de besos, caricias, suspiros, inhalaciones,…impregnados de amor, sexo y sudor. Él quedó completamente exhausto sobre la cama, con cara de felicidad suprema, mirando el techo de la habitación que habían alquilado para dar rienda suelta a sus pasiones. Se sentía pleno y satisfecho. Pasados unos minutos giró la cabeza hacia su amada para tratar de describirle lo vivido y compartir impresiones. La horrible momia en la que se había transformado lo dejó completamente petrificado.