miércoles, 29 de enero de 2014

Revelación


Maridaje musical: "Santa Claus is comin' to town" (Frank Sinatra) enlace youtube



Se levantó entusiasmado, con la mente puesta en los regalos. Ese era sin duda el día más feliz de todo el año. Su cara regordeta y sonrosada se mostraba especialmente risueña. Hacía mucho frío fuera, lo que contrastaba con su calidez y bienestar interior. Observó todos los paquetes apilados formando una montaña multicolor, merced a los envoltorios de toda especie y condición. Parecía que había menos que en otras ocasiones. De hecho, durante los últimos años había observado una tendencia descendente en el  número de presentes.  No le dio demasiada importancia y se vistió con premura, sin poder contener unas estridentes carcajadas imaginando la dicha que proporcionaría la apertura de todos los regalos. A pesar de su impaciencia por empezar su tarea, se mostró tranquilo y se otorgó un opíparo desayuno. Realmente lo necesitaba, pues el esfuerzo sería de consideración. 

          En el otro extremo de la casa, alguien más se levantó de la cama. No había dormido nada pensando en cómo darle la noticia. Ya no podía guardar más el secreto que había mantenido durante años. Sabía que revelar la verdad a su hijo, destrozaría la ilusión que puntualmente acudía a su corazón cada veinticuatro de diciembre. Tendría que habérselo comunicado hace mucho tiempo, pero no tuvo fuerzas y continuó dejando que él creyese en una magia que ya se había extinguido. Necesitaba terminar de una vez por todas con esa farsa de la cual era cómplice  al colocar todos los paquetes para preservar un ritual de felicidad que en tiempos pretéritos era auténtico, pero que hoy ya no tenía ningún sentido.

         Se dirigió a la cocina con gran decisión a pesar de la pesadez de sus nonagenarias piernas. Tenía las palabras amontonadas en la boca, que mantenía firmemente cerrada para que no se le escapasen y poder soltarlas en el momento oportuno. Si alguna se le derramaba antes no se creía capaz de generarla de nuevo sin un enorme dolor de corazón que podría ser fatal para su castigado cuerpo. Le lanzó el mensaje por la espalda para no ver el rictus que iba a producir en su hijo el impacto.

        -  Nicolás, hijo mío. El reparto ya no tiene razón de ser... ¡Los niños no existen!

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