Maridaje musical: "Santa Claus is comin' to town" (Frank Sinatra) enlace youtube
Se levantó entusiasmado, con la
mente puesta en los regalos. Ese era sin duda el día más feliz de todo el año.
Su cara regordeta y sonrosada se mostraba especialmente risueña. Hacía mucho
frío fuera, lo que contrastaba con su calidez y bienestar interior. Observó
todos los paquetes apilados formando una montaña multicolor, merced a los
envoltorios de toda especie y condición. Parecía que había menos que en otras
ocasiones. De hecho, durante los últimos años había observado una tendencia
descendente en el número de presentes. No le dio demasiada importancia y se vistió con
premura, sin poder contener unas estridentes carcajadas imaginando la dicha que
proporcionaría la apertura de todos los regalos. A pesar de su impaciencia por
empezar su tarea, se mostró tranquilo y se otorgó un opíparo desayuno. Realmente
lo necesitaba, pues el esfuerzo sería de consideración.
En
el otro extremo de la casa, alguien más se levantó de la cama. No había dormido
nada pensando en cómo darle la noticia. Ya no podía guardar más el secreto que
había mantenido durante años. Sabía que revelar la verdad a su hijo,
destrozaría la ilusión que puntualmente acudía a su corazón cada veinticuatro
de diciembre. Tendría que habérselo comunicado hace mucho tiempo, pero no tuvo
fuerzas y continuó dejando que él creyese en una magia que ya se había
extinguido. Necesitaba terminar de una vez por todas con esa farsa de la cual
era cómplice al colocar todos los
paquetes para preservar un ritual de felicidad que en tiempos pretéritos era
auténtico, pero que hoy ya no tenía ningún sentido.
Se
dirigió a la cocina con gran decisión a pesar de la pesadez de sus nonagenarias
piernas. Tenía las palabras amontonadas en la boca, que mantenía firmemente
cerrada para que no se le escapasen y poder soltarlas en el momento oportuno.
Si alguna se le derramaba antes no se creía capaz de generarla de nuevo sin un
enorme dolor de corazón que podría ser fatal para su castigado cuerpo. Le lanzó
el mensaje por la espalda para no ver el rictus que iba a producir en su hijo
el impacto.
- Nicolás, hijo mío. El reparto ya no tiene razón de ser... ¡Los niños no existen!
Oooh!!
ResponderEliminar¡Cuánta ternura César!
Buenísimo.
Un beso
¡¡Muchas Gracias Lund!!.
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